Los vascos contamos con nuestro propio sistema de numeración vigesimal, que también se usa en otras lenguas célticas, quizás como resto de un protoeuskera que estuviera extendido por amplias zonas de Europa.
En 1868 se implantó la peseta como moneda única de toda España, a causa de la entrada en vigor del sistema métrico decimal por la adhesión del Estado a la Unión Monetaria Latina. La peseta equivalía a 4 reales de vellón, que eran de las monedas más utilizadas hasta entonces; y la de 5 pesetas (duro), equivalía, por lo tanto, a 20 reales.
Como en todo cambio contable, surgió un período de adaptación hasta que se produjo el relevo generacional, ya que las personas acostumbradas al uso de las monedas antiguas tienen dificultades para adaptarse a las nuevas. Pervive entonces, en muchos, la presencia del real como unidad monetaria, siendo muy habitual, hasta mediados del siglo pasado, el uso de los 1.000 reales (250 pesetas) como unidad de medida. En este contexto surge entre nosotros el ogerleko (de hogeierrealekoa, el de los veinte reales), una denominación nueva para el duro, la moneda de 5 pesetas. Así, el ogerleko aúna el real de vellón, ya desaparecido, con el sistema vigesimal vasco de numeración. De la misma manera, al billete de 100 pesetas se le llama hogeiogerleko siendo también muy usada esta medida monetaria.
La coincidencia de la denominación de la moneda con el sistema de numeración propio hace que sea el ogerleko la unidad habitual que se utiliza en las transacciones cotidianas de la primera mitad del siglo XX, sobre todo en el entorno rural y con población de más edad. De esta manera, mientras algunos citaban esporádicamente el duro en sus conversaciones, la población euskaldun tradicional hablaba siempre en ogerlekos. Resulta curioso cómo en nuestra zona, y también en las limítrofes, se extendió, la expresión “no tengo ni un duro” como muestra de la ausencia de dinero, dándole el valor representativo del dinero al “duro” (la moneda de 5 pesetas) u “ogerleko”, trasponiendo, quizás, esa importancia desde la cultura vasca a la castellana, en la que aparece también, de forma similar, la expresión “no tengo ni un real”, pero, en este caso, de un origen desvinculado a lo vasco.
Por contraposición a todo lo anterior, el laurleko (lauerrealekoa o peseta) no se llegó a utilizar, al no encajar con nuestro sistema de numeración vigesimal, a pesar de corresponder a la unidad fundamental de medida. Por su parte, el ogerleko logró incorporarse incluso, a nuestro folklore y cultura tradicional, en canciones como “Mutil txaleko-gorri” recogida en el Cancionero Popular Vasco de Resurrección María de Azkue:
Mutil txaleko-gorri, zegan dok fanderu hori?
Hamar ogerleko t’erdi, karu dok fanderu hori.
Chaval con chaleco rojo, ¿cuánto vale ese pandero?
Diez duros y medio, es caro ese pandero.
El 31 de diciembre de 1998 la peseta fue sustituida por el euro y la relación entre ambas no resultó cómoda (1 euro=166,386 pesetas o, de forma aproximada, 6 euros=1000 pesetas) ni hubo posibilidad de ensamblar la numeración vigesimal vasca con la nueva moneda. Dificultando a muchas personas poder calibrar el valor contable de una cantidad determinada de euros, y finalizando así, el uso de la palabra ogerleko en nuestro vocabulario.
A pesar de todo, y como muestra de la importancia del concepto en nuestro acervo cultural, han surgido posteriores propuestas de monedas, de uso restringido a algunas localidades vascas y para fomentar el consumo local, a las que se les ha llamado ogerleko.
Zuriñe Goitia- Antropóloga