Tratamos del ordeño manual, eskuz erastea, en tiempos pasados. Para ordeñar las vacas había que crear un cierto clima de tranquilidad en la cuadra. Se procedía a limpiar la cama del recinto y se les echaba pienso en el pesebre para que se estuvieran quietas.
Se ponía agua en un balde y se procedía a limpiar bien las ubres, erroak, del animal. Se tomaba la banqueta de ordeño que disponía de tres patas de apoyo y un orificio en el centro para moverla con facilidad.
Antiguamente se ordeñaba directamente a un balde de zinc, pero luego por el riesgo de que volcara el recipiente, se ordeñaba primero a una medida o tanque y de aquí se vertía al balde. En cualquier caso, cuando se ordeñaba directamente al balde, sobre todo a partir de la generalización de los baldes de plástico por su escasa estabilidad, había que tomar la precaución de sujetarlo bien con las rodillas y los pies.
Una cautela importante a tener en cuenta era atar con una cuerda la cola a la pata trasera del animal para evitar el riesgo de que golpeara con ella en la cara al ordeñador y le dañara el ojo o vertiera el líquido al suelo. Tiempo después se introdujo la costumbre de sujetar la pata a la espalda del animal mediante un artilugio de hierro que se adquiría en el comercio.
Quien ordeñaba se sentaba en la parte derecha del animal mirando por detrás. Cuando se utilizaba el balde, se ordeñaban dos pezones a la vez, uno con cada mano, primero los más cercanos al ejecutante y luego los más alejados. Con el tanque se ordeñaban los pezones de uno en uno porque con la otra mano había que sujetar el recipiente.
Se ordeña mejor la ubre dura, erro gogorra, que la blanda, erro zimela. Una vez iniciada la operación no hay que interrumpirla hasta que los pezones se endurezcan. Conviene darle primero unas sobadas a la ubre para que se cargue y no conviene interrumpir el proceso porque se corre el riesgo de que la leche se estropee. Unas vacas son fáciles de ordeñar y otras difíciles, zalak. Hay que poner un cuidado especial con las primerizas porque tienen las ubres más delicadas, minberak, y cosquillosas; dan coces y llegan a soltar el hierro de sujeción.
Las vacas se ordeñaban dos veces diarias, por la mañana y al anochecer. Para ello se vestía con unas ropas exprofeso porque uno se mancha mucho en el ordeño y además las prendas se impregnan de mal olor.
Para ordeñar bien, como en todo oficio hay que ser mañoso, eskua behar da. Los informantes estiman que las mujeres pueden hacerlo mejor que los varones, tal vez debido a que, por lo general, ellas disponen de manos más suaves y las ubres de la vaca lo agradecen.
Cuando más leche da una vaca es en los tres meses inmediatos al parto; cuando está en celo, susera, baja algo la producción, a lo largo de la preñez más. Después se pasa de los dos ordeños diarios a uno, bateratu y pasados seis/siete meses de la gravidez, se seca, antzutu.
La aparición de las ordeñadoras facilitó enormemente la labor . En la comarca de Gernikaldea se introdujeron a finales de los años 1960.
Segundo Oar-Arteta — Labayru Fundazioa