Xabier Sáenz de Gorbea (Las Arenas 1951 – Bilbao 2015), premio Gure Artea 2012, fue un enorme referente en la cultura vasca. Tal vez porque su capacidad de trabajo le permitió abordar múltiples planos en los que desarrollar su influencia y expandir su saber.
Su docencia en la universidad ha facilitado que una miríada de alumnos y artistas conocieran no solo el arte vasco, sino la producción y los movimientos artísticos fuera de nuestras fronteras, alimentando así esta realidad que ahora es patente con un potencial de creadores difícilmente igualable en otras zonas de la península. Y no solo los instruía, sino que muchas veces se convirtió en su mentor, abriéndoles semanalmente las puertas de su casa hasta para consultar su biblioteca.
En su tarea de crítico en Deia nos iluminaba al público en general sobre las exposiciones del momento y con sus viajes a diversas convocatorias artísticas europeas (Bienal de Venecia, Documenta de Kassel) nos abría ventanas. Sin embargo, no se quedó en un narrador descriptor del contexto, sino que fue muy fustigador con quien le dictaban su conciencia y pensamiento, tanto fueran instituciones como políticas culturales.
Su buen hacer en cuanto a la escritura no se limitó a lo periodístico, sino que tuvo un reflejo en las muchas publicaciones que realizó. Buena parte fueron catálogos de las exposiciones que comisarió en todo el territorio y museos vascos. Porque otra de sus características era su amor y altruismo por el País Vasco y su arte. Y en esta faceta efímera en cuanto al montaje, él mismo actuaba como artista.
Y a Gernika, como corazón del país, ofreció buena parte de su energía, tanto en comisariados, “Artea Gernikan 1937–1987” (1987) y “Pospot” (1988), como de jurado, e incluso divulgador de las esculturas municipales. Esta vocación los aunó en sus dieciséis años de relación con el Museo Euskal Herria, que comenzó con la exposición “Estatuaria funeraria pública y escultores vascos 1870–1936” (1999).
Pero sin lugar a dudas, la gran obra que deja aquí son sus ocho ‘Gernikas’: “de Remigio Mendibururen Gernika” (2008), “Nestor Basterretxearen Gernika” (2009), “Jorge Oteizaren Gernika” (2010), “Ramón Carreraren Gernika” (2011), “Ortiz de Elgearen Gernika” (2012), “Azken Gernikak – Los últimos Gernika” (2013), “Aranoa eta Guezalaren Gernikak. Eresoinka kasua – Los Gernika de Aranoa y Guezala. El caso Eresoinka” (2014) y “Bartzelonako Gernikak – Los Gernika de Barcelona” (2015). Seleccionó obra que luego ha sido escultura pública, otras incluidas después en ulteriores exposiciones, desveló ignoradas atribuciones artísticas, e incluso, impulsó nuevas reflexiones artísticas e históricas sobre el bombardeo.
Solo es una parte de su saber. Su compromiso con la idea hizo que su última exposición, “Los Gernika de Barcelona”, le sobreviviera entre estas paredes. En 2016 el museo lo homenajeó con una muestra recopilación de su generoso trabajo, contando con amigos y artistas que quisieron participar con su propia obra como elogio de la figura de Xabier. Tenemos un faro que nos guiará en el futuro, gracias a su ejemplo, su tenacidad y su sabiduría. Sigámoslo.
Felícitas A. Lorenzo – Directora del Museo Euskal Herria