Apuntes de etnografía

San Felipe y Santiago (Balmaseda, entre s. XIX al XX). Archivo: Harresi Kulturala Elkartea.

Cuadrillas diversas de niños, recorriendo en las jornadas del primer día de Mayo o la festividad de la Santa Cruz (3 de mayo), vestidos con ropa habitual y coronados con adornadas mitras pontificias de cartulina o cartón que portan en andas los “angelitos” o “santos pequeñitos” o una diminuta cruz adornada con un sudario e interpretando “a capela” una repetitiva canción, mientras solicitan un donativo es el fundamento de la celebración festiva de “los sanfelipes” en la villa de Balmaseda. Y que este año 2023, celebra 150 años desde el primer testimonio publicado sobre esta singular y particular costumbre en Los Niños. Revista de Educación y recreo (Madrid, mayo de 1873).

La cuestación infantil valmasedana, no tiene parangón en su entorno geográfico-festivo más inmediato. Aunque se asocia a conmemoraciones similares protagonizadas por el género femenino (niñas, jóvenes o mujeres) e infantes (sin celebrar el sacramento de la comunión), durante el tiempo primaveral y rogatorio que va de la festividad de San Marcos (25 de abril) a la variable de La Ascensión. Conjugando elementos de índole naturalista y la religiosa devoción a la figura de María (mes de la Virgen o de las flores) que buscan la salvaguarda y protección de los campos germinando, frente a las posibles adversidades atmosféricas. El caso de la celebración inocente de la cuestación de San Felipe y Santiago o la Santa Cruz, parece que fue una celebración clásica y extendida en otras latitudes castellanas, languidecidas por su generalizado uso en el siglo XIX, las posibles molestias que ello solía causar o las reticencias de los censores religiosos como seculares.

Hasta su desaparición en los 70, la tradición y la costumbre fueron la fuerza motriz de esta conmemoración, avalada y potenciada por el protagonismo de las mujeres (madres, hermanas, monjas clarisas, mentoras o impulsoras), la ilusión de la chiquillería y la incorporación de las niñas en los años 20. En la década de los 80, una serie de personas y entidades asumen la dinamización de la fiesta. A lo largo de un siglo y medio, muchos son los cambios producidos en los agentes protagonistas (grupos mixtos y otras categorías de edad), los rectores a la sombra y la estructuración festiva, la parafernalia decorativa (parihuelas para las imágenes y sus horquillas, pendones y estandartes, adornos florales o decorativos, platillos de plata, uso de campanilla, etc.). Pero todo ello, simbolizado en la clásica y común mitra que llevan los componentes de los distintos grupos al recorrer, solicitando donativos, barriadas y calles de la villa de Balmaseda.

Grupo de San Felipe y Santiago (Balmaseda, 1992). Autor: Josu Larrinaga Zugadi.

El sencillo y repetitivo canto o retahíla musical de las distintas salidas festivas, aglutina descripciones de las celebraciones conmemoradas (1 de mayo, San Felipe y Santiago o 3 de mayo, La Santa Cruz), alusiones de carácter religioso o referidas a la estación primaveral, la solicitud directa de un obsequio monetario, la imprecación o amenaza infantil a la negativa de contribuir a su petición e incluso, se hacen fugaces guiños a sucesos locales. Y en los últimos años, se ha agregado la versión en euskera del citado canto y estribillo.

En el tiempo que la tradición estaba en auge, los grupos de chiquillos participantes organizaban, con la implicación materna, una merienda o chocolatada y si no, las ganancias económicas se repartían entre los componentes. Actualmente, entidades e instituciones fomentan el concurso entre las diferentes cuadrillas itinerantes por la villa, las personas de edad rememoran su propia infancia y la población de Balmaseda toma parte activa en esta pequeña joya de las costumbres de la primera villa fundada en Bizkaia.

Josu Larrinaga Zugadi – Sociólogo