En un apunte anterior, publicado el 17 de mayo de 2019, ya se abordaron la trashumancia y la trasterminancia de primavera y verano, que consisten en el desplazamiento estacional de los rebaños de ovejas a los pastos altos de los montes, y acotamos asimismo el significado de dichos términos.
Cuando se acerca el invierno, tan pronto las inclemencias meteorológicas dificultan su estancia, el ganado se baja de los montes. Pero a veces los pastos de los valles no son suficientes, dado que debido a las bajas temperaturas el crecimiento vegetativo de la hierba se detiene o ralentiza durante el periodo invernal. Ha sido habitual entonces dirigirse hacia la costa, donde la climatología es más benigna y permite su crecimiento, o bien hacia zonas más cálidas del interior, como es el caso de las Bardenas Reales, frecuentadas por rebaños pirenaicos, además del valle del Ebro.
Esta última es la gran trashumancia por excelencia de Vasconia peninsular, la que se realiza desde los valles navarros de Roncal y Salazar hacia los pastos de la Ribera Navarra, sobre todo a las Bardenas. En tiempos pasados requerían unas diez jornadas para completar el recorrido.
En búsqueda de pastos de invierno, los rebaños carranzanos se trasladaban a pueblos vecinos del valle, a localidades de la margen izquierda del Nervión, a veces traspasando la ría hasta el Txorierri, o a la costa cántabra. Del macizo del Gorbea acudían a los valles circundantes. De los pueblos que bordean el monte Oiz y de la sierra de Aramotz a los valles del Duranguesado o la zona de Larrabetzu y, en la costa, a la comarca de Gernikaldea, Lekeitio u Ondarroa. Los desplazamientos se hacían caminando con el rebaño, si bien esta costumbre comenzó a decaer en el decenio de 1950 y hoy día ha desaparecido.
La duración de la estancia invernal variaba en función del clima. Concretamente en la zona del Oiz la trashumancia, o más bien trasterminancia, era algo tardía, iniciándose después de las fiestas navideñas y prolongándose hasta abril o mayo, pudiéndose adelantar a noviembre o retrasar a febrero dependiendo del tiempo.
Los pastores de Urbia, en la sierra de Aizkorri, se desplazaban a la costa guipuzcoana, y también a la comarca de Durango. Algunos continuaban hasta Amorebieta-Etxano, Galdakao, Larrabetzu y Lezama, y de ahí hacia Mungia o Gernika. De la sierra de Aralar los rebaños descendían a los pastos situados en las inmediaciones de Tolosa, Orio, Renteria, Hondarribia e Irun.
En Agurain se llevaba a cabo una trashumancia corta a los pastos de invierno de Beasain y Ormaiztegi. Después los rebaños itinerantes pasaron a quedarse en la Llanada Alavesa.
Previamente a la marcha había que apalabrar los pastos y los sitios donde iban a permanecer durante su estancia, con frecuencia casas vacías. Llevaban la comida consigo, para prepararla y calentarla en el lugar de destino. A veces se alojaban en la vivienda de los dueños. Las ovejas parían en este tiempo, y se vendían los corderos y los quesos que elaboraban allí donde estuvieran. El pago de los pastos y el alojamiento generalmente se hacía en metálico. En ocasiones una parte se pagaba en especie, si los dueños de las piezas arrendadas deseaban que el rebaño pastara en ellas para abonarlas, y les obsequiaban también con quesos frescos.
Segundo Oar-Arteta – Etniker Bizkaia – Grupos Etniker Euskalerria
Para más información puede consultarse el tomo dedicado a Ganadería y Pastoreo del Atlas Etnográfico de Vasconia.