Apuntes de etnografía

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Chozo de pastores tradicional de la localidad de Consuegra (Toledo). Fotografía: Julio César Valle Perulero.

Trashumar espacios pasa por cambiar periódicamente de lugares y de hogares, en el sentido estricto de la palabra. Y en ese itinerar vital, trashumar y ganado forman un binomio inseparable que durante siglos ha permitido el desarrollo de los pueblos. En ese desarrollo, los conocimientos tradicionales han sido fundamentales en la perpetuación, durante generaciones, de las formas de vida del mundo rural asociadas al pastoreo y la cría de ganado.

Estrechamente relacionada con las cuestiones del patrimonio cultural inmaterial, la tradición oral ya nos dice que “es la vida del pastor,  la vida más arrastrada, que en el orbe de la tierra, por experiencia se halla”. Arrastrada, no solo por comprometida y dura, sino también por nómada y apartada. Apartada de los pueblos y adaptada a la naturaleza de donde el pastor, tradicionalmente, ha extraído los elementos necesarios para construir otros hogares fuera de su hogar. De ahí la importancia de la arquitectura vernácula que ha cobijado al pastor y al ganado de las inclemencias del tiempo y los azotes de la naturaleza, permitiéndoles trashumar de norte a sur y de este a oeste.

Y volviendo de nuevo a las cuestiones que atañen el patrimonio cultural inmaterial, la oralidad también nos dice que “ves el chozo, ves el guarda”. Y es que la arquitectura vernácula ha definido durante siglos el hogar trashumante de los pastores según las comarcas y los entornos donde estos han desarrollado su actividad. Pero, ¿Qué es la arquitectura vernácula? Según el Plan Nacional de Arquitectura Tradicional (2015), es:

…el conjunto de construcciones que surgen de la implantación de una comunidad en su territorio y que manifiestan en su diversidad y evolución su adaptación ecológica, tanto a los condicionantes y recursos naturales, como a los procesos históricos y modelos socioeconómicos que se han desarrollado en cada lugar. Constituyen un destacado referente entre las señas de identidad culturales de la comunidad que la ha generado, y es el resultado de experiencias y conocimientos compartidos, transmitidos y enriquecidos de una generación a otra.

El ecosistema del Patrimonio Cultural Inmaterial se nutre de muchos valores intangibles de cuya aplicación es consecuencia la materialidad de este tipo de construcciones a modo de hogares temporales, aprovechados por los pastores y el ganado a lo largo y ancho de toda la red de vías pecuarias que durante siglos han vertebrado el territorio. Cada una de estas construcciones reúne unas características concretas y estéticas que son consecuencia de la gestión del medio natural y que según el Plan Nacional de Arquitectura Tradicional:

… se corresponden con los conocimientos y las técnicas constructivas utilizadas, las funciones de los espacios en relación con las actividades domésticas, económicas o las celebraciones sociales, así como la organización, división y el significado de los mismos en función del grupo que lo habita. (…) A su vez, toda esta dimensión inmaterial asociada a la arquitectura se conecta con saberes ajenos a los técnico-científicos constructivos, como son la organización de un territorio con sus hitos de referencia, zonas productivas, sus áreas comunitarias, sus redes viarias, los conocimientos tradicionales relacionados con oficios artesanales, manejo de ganado, cultivos, aprovechamiento de los recursos de campo, meteorología, fauna, flora; es decir, sobre el entorno de estas construcciones tradicionales.

Elementos comunes y compartidos por diferentes comunidades que se articulan por todo el territorio del Estado y que bajo un léxico denominativo rico y diverso, van desapareciendo físicamente y con ellos toda una serie de conocimientos asociados a su construcción y funciones. Chozos, bombos, majadas, cucos, refugios…han sido construcciones fundamentales para facilitar la habitabilidad de las actividades ganaderas trashumantes y estacionales y que hoy en día desaparecen al mismo ritmo que lo hace ese tipo de prácticas. Nuestra labor como sociedad, pasa por documentar los inmuebles y junto a ellos todo el ecosistema del patrimonio cultural inmaterial asociado a los procesos de construcción y a la funcionalidad.

Julio César Valle Perulero – Labrit Patrimonio

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