Apuntes de etnografía

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Kutxa Entrega de Hondarribia (25/07/2022). Foto: E. X. Dueñas

La RAE en su diccionario indica que uno de los significados del término identidad es el de, “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”, incluyendo los siguientes sinónimos: identificación, filiación y personalidad… A los que yo añadiría, entre otros, singularidad y raíz (origen); sin obviar que la identidad también se manifiesta en rivalidad, sana o insana, en ciertos deportes, celebraciones, etc.

Las fiestas de todo el año y, en particular las del verano, están cargadas de signos identitarios y elementos simbólicos, generales o específicos; tanto desde el aspecto material, como en lo que se refiere a lo intangible. Quién no ha escuchado ―algo que hemos tratado en otros artículos de este blog― expresiones como “este festejo es de toda la vida”, o “esto no se hace en ningún otro sitio”.

Cualquier elemento es defendido a nivel individual, grupal, vecinal, local, territorial, etc. Aunque haya verbenas en muchos pueblos, la de cada uno es diferente, e incluso mejor. Es más, la de un año no se parece en nada a la del anterior, en el mismo lugar, y a la del siguiente. Esto es como afirmar, y esto sí que es un hecho real, que cada instante no se repite exactamente idéntico nunca.

Pañuelos festivos: Lizarra (06-08-2023) y Muskildi (2015). Fotos: E. X. Dueñas

Algo que hace diferente y, por lo tanto, con un grado indeterminado identitario a una fiesta, a pesar de las similitudes entre muchas de ellas es, por ejemplo, el nombre o la indumentaria propia de cada cuadrilla, comparsa o colectivo. El color blanco como propio de lo popular festivo, tiene sus orígenes a finales del siglo XIX.

Posteriormente se ha ido imponiendo, como una moda más, el pañuelo. Los hay de todos los colores y tamaños. El de cuadros, que en su momento fue, y no a nivel general, un objeto de trabajo como, por ejemplo, para quitar el sudor o para portar una cesta en la cabeza, con el tiempo se ha convertido (con o sin motivo gráfico añadido) en la seña de identidad de muchas agrupaciones y, a nivel general, dentro de las comunidades.

Kaxarranka de Lekeitio (29/06/2019) y bandera de los dantzaris de Garai (26/07/2019). Fotos: E. X. Dueñas

Entre los elementos, actos y actividades de orden festivo, encontramos tal variedad de elementos identitarios, desde una vertiente local única, que en este artículo no hay cabida para todos ellos. Vayan como ejemplos los siguientes: la kilin-kala o amago de voltear al agua la imagen de San Pedro, la Kaxarranka y el degüelle de gansos en el puerto, en Lekeitio; el realizar la danza Zubigainekoa encima de los pretiles del río Onin, en Lesaka; las vueltas y más vueltas que da la hija de un componente de la Cofradía de Mareantes de San Pedro (Hondarribia) con la caja (kutxa) de los documentos de la misma sobre su cabeza; o “el revolcón del Cachi” en el suelo y bajo de la ondeada bandera de Oion.

Pañuelos, banderas, vestimentas, celebraciones, etc., se convierten en causa y efecto identitarios. No se puede estimar que toda la población defienda con el mismo grado y efervescencia su pertenencia a un pueblo o entidad, o en este caso sus festejos, pero el peso social es tan relevante que es difícil abstraerse de esa atracción identitaria o identificativa. Atracción procedente de formar parte de una colectividad que, al mismo tiempo, entiende sus fiestas como diferentes y, por ende, exclusivas y auténticas.

Emilio Xabier Dueñas – Folclorista y etnógrafo

 

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