Las costumbres del período navideño que comprende desde la feria de Santo Tomás, el 21 de diciembre, hasta el día de los Reyes Magos, el 6 de enero, han cambiado en los últimos años.
En tiempos no tan lejanos la Navidad tenía principalmente dos notas características: el cálido ambiente familiar que rodeaba a estas fiestas y la significación religiosa de las mismas. Esta última connotación hoy está desvanecida, tal como ocurre con la Semana Santa, que es más una semana de vacaciones de primavera.
De igual manera que se han introducido modas lejanas y extrañas a nosotros en otras fechas, sea Halloween en la víspera de Todos los Santos o el Black Friday al inicio de la temporada de compras navideñas, también Papá Noel, o Santa Claus, ha hecho su aparición en escena. Hace ya varias décadas que hizo acto de presencia el Olentzero, entonces desconocido en muchas localidades de nuestra tierra, y se pasea anualmente por las calles acompañado de cánticos para solaz de los niños. Incluso se le ha buscado pareja: Mari Domingi.
Antiguamente en muchos hogares, y todavía en algunos, días antes de la Nochebuena se preparaba el nacimiento, que otros llaman belén. A tal fin se acarreaba musgo (odoldia) del monte, se conseguían cristales o papel de plata para simular ríos o lagunas sobre los que montar puentes de madera, se hacía acopio de bombillas para iluminar puntos estratégicos… Y cada año aumentaba el nacimiento con la compra de alguna nueva figura.
Con el tiempo el árbol de Navidad, adornado con floripondios y cargado de regalos, se ha incorporado a la fiesta y ocupa un lugar destacado en hogares, villas y ciudades. Antes, como adorno navideño, poníamos en casa un ramo de muérdago (migurea) o de acebo (gorostia).
La cena de Nochebuena y la comida del día de Navidad reunían en torno a sí a toda la familia. Se acogía con singular afecto a los familiares que se desplazaban de lugares lejanos, estaban navegando o vivían en el extranjero. En la cena han sido tradicionales la berza, el besugo, los caracoles y la compota de pera. Después del condumio, a media noche, la familia acudía a la misa de gallo.
La Nochevieja, sin embargo, era una celebración menos familiar: se celebraban verbenas populares, y hace ya tiempo que muchos optan por irse de viaje, en ocasiones a esquiar.
El día de Reyes, de madrugada, se les ponía regalos a los niños que habían lustrado bien sus zapatos la víspera. Esta tradición ha sido en gran parte sustituida por la del Olentzero, y, así, los más pequeños pueden disfrutar de sus regalos antes de incorporarse de nuevo a la escuela.
También en los regalos que se hacen a los niños ha habido cambios. Antaño se regalaba algún juguete, y sobre todo prendas de vestir o material escolar. Ahora, en cambio, se les compra juguetes sofisticados por los que se paga mucho dinero.
Segundo Oar-Arteta – Etniker Bizkaia – Grupos Etniker Euskalerria