Zazpitxaboleta es un paraje situado bajo la cima de Belatxikieta, que albergó un pequeño, húmedo y dulce hayedo y; a su vera, siete cuadras de ovejas que indicaban la importancia de la ganadería en aquel momento. Un paraje elegido desde antaño por los habitantes de los alrededores, porque ofrecía inmejorables posibilidades para dicho modo de vida. Desde la Edad Media, era una zona poblada de seles, arboledas sombrías, arroyuelos, pastizales, y zonas rocosas propicias para que pastara el ganado.
Por otra parte, en los alrededores había bastantes animales perjudiciales y para para hacerles frente, los pastores localizados entre Mugarra a Aramotz se reunían para afrontar el problema. Dichas reuniones recibían el nombre de azeri-batzarra. Estas juntas se celebraban un año en Mugarra y al año siguiente en Belatxikieta, y estando reunidos en una de ellas, Don Emiliano Zuloaga, nuevo terrateniente de los alrededores de Zazpitxaboleta, se percató de la preocupación de los pastores por la ausencia de una ermita en la zona, ya que en aquel momento la fe cristiana era muy importante.
En respuesta a la preocupación de los pastores, en la asamblea de 1948 se decidió poner en marcha el proyecto. Se solicitaron permisos tanto a la Iglesia como al ayuntamiento y las obras se realizaron comunitariamente durante cuatro meses. El 30 de julio de 1949, víspera de San Ignacio, se dieron por finalizadas las obras con la instalación de la aguabenditera. Aquella noche se lanzaron fuegos artificiales que generaron un buen susto, ya que se produjo un pequeño incendio, debido a que fue una primavera muy seca.
Siguiendo los consejos del hermano Teodoro de Larrea, se eligió previamente el santo titular de la ermita: San Ignacio de Loyola. Un nutrido grupo de personas se congregó el día del santo para celebrar una gran fiesta que se desarrolló durante todo el día, hasta que un chaparrón de verano puso fin a la misma.
En adelante la ermita tuvo sus mayordomos durante muchos años, y ellos se hacían cargo de la ermita y de la fiesta. Luego se formó una comisión con la gente que hacía uso de los refugios, y últimamente el cuidado de la ermita va por un lado y la organización de la fiesta por otro. Actualmente, a consecuencia del rumbo que ha tomado la sociedad, ha pasado de ser un punto de encuentro de pastores y ganaderos a ser un lugar del agrado de montañeros y montañeras.
Durante muchos años San Ignacio, Zazpitxaboleta y Belatxikieta han sido un referente para muchas personas: la fiesta religiosa, el ambiente euskaldun, el hermoso paraje, y bonitos recuerdos vitales… Pero a pesar de que el avance del tiempo ha conllevado un cambio de creencias y costumbres, diría que hoy en día sigue siendo la ermita más visitada de nuestro pueblo. No hay más que ver la multitud de personas que se juntan en los últimos años los días de Nochebuena y Nochevieja; aunque suban con otro objetivo, hay algo que sigue atrayéndoles.
En el 75 aniversario de la creación de la ermita no deberíamos olvidar los siguientes puntos: la ermita se edificó respondiendo a una preocupación de los pastores, las obras se realizaron de modo comunitario y gracias a la voluntad de muchas personas. Nuestra labor ahora consiste en transmitir a las siguientes generaciones para que no caiga en el olvido.
Juan Martin Iriondo – Investigador