Javier Ortega Uribe-Echevarria (Bilbao, 1932-2018) está vinculado a Labayru Fundazioa, antes Labayru Ikastegia, desde que la institución inició su andadura y ha participado hasta el final de sus días en los avatares que a lo largo de su existencia ha desarrollado.
Fue fiel colaborador de la misma desde la base hasta ocupar cargos de responsabilidad como miembro del Consejo Rector o Patronato hasta llegar a presidirlo durante un cuatrienio (1990-1993). En este cargo sucedió a Juan José Aspuru, José M.ª Mugica y Leopoldo Zugaza.
Bilbaino de nacimiento; de pensamiento y actuación cristiano militante. Abertzale hasta la médula; trabajador infatigable, hombre afable y generoso, benefactor tanto con respecto a Labayru, como a la diócesis vizcaina. Especialmente filántropo y entregado a las causas sociales.
De carácter amable y apacible en el trato; así lo hemos conocido tanto en las reuniones del Consejo Rector como en las Asambleas anuales de miembros colaboradores. Siempre ha tenido a su lado a su esposa Bego Etcheverry y juntos se han caracterizado por realizar una labor callada en favor de la sociedad.
Cursó primero estudios de aparejador, que luego culminó con los de arquitectura en Bélgica, a donde se trasladó por motivo de la Guerra Civil. Como en España no le convalidaban el título belga, empezó a trabajar con el famoso arquitecto guerniqués Castor Uriarte, arquitecto municipal de la villa hasta el bombardeo. Una de las especialidades y aficiones de Uriarte fueron los frontones, tanto de pelota mano como de cesta, hasta el punto de que el pueblo de Markina le nombró hijo predilecto.
El joven Javier Ortega le tomó el testigo en la remodelación y construcción de nuevos frontones, que se convertiría en su especialidad profesional más querida. Además se dedicará en cuerpo y alma a la restauración y construcción de iglesias y edificios de valor patrimonial.
Le tocó presidir el Colegio de aparejadores y arquitectos técnicos en una época nada fácil para la profesión. Logró el consenso y la aceptación de los aparejadores colegiados, y le tocó dar respuesta a problemas y situaciones harto complicadas.
Fue persona que también asumió el compromiso político y ejerció como concejal del Ayuntamiento de Bilbao durante una legislatura. Esa experiencia le llevó a repetir en más de una ocasión la siguiente expresión: “En la administración todo funcionario tiende a crear otro funcionario”.
Entre los proyectos que llevó a cabo en frontones e instalaciones deportivas, destacaremos el polideportivo de Mendizorrotza en Gasteiz, el polideportivo de Fadura en Algorta, y los polideportivos de Oñati, Barakaldo, Sestao y Artxanda.
En cuanto a arquitectura civil son suyas las edificaciones de Laboral Kutxa en Arrasate, así como la actual sede de Mondragon Unibertsitatea, anteriormente Escuela Politécnica.
Bajo su dirección se realizó la remodelación del ayuntamiento de Garai y el entorno. Se sentía –y así nos lo manifestaba– orgulloso de ese proyecto. En cierta ocasión, finalizada la reunión del Consejo Rector, nos hizo esta confesión: “¿Verdad que ha quedado bonito?”. Tras la dictadura empezamos a percatarnos del encanto de nuestros pueblos, cuando comenzaron las rehabilitaciones y remodelaciones que hacían aflorar la belleza de los edificios, después de años de oscuridad.
Javier dirigió también la urbanización de Sondika, con un paseo que va desde la carretera general hasta el cementerio. De esta manera consiguió que este municipio del Txorierri recuperara su atractivo perdido. Se mostraba orgulloso del resultado.
Entre sus labores en arquitectura religiosa merecen especial mención: la rehabilitación de la Colegiata de Cenarruza, abandonada desde que tras la guerra un desgraciado fuego la incendiara. Merced a esa rehabilitación se estableció en ella la comunidad cisterciense.
Ortega ha sido constructor de nuevas iglesias, como por ejemplo la del Carmen de Indautxu, su propia parroquia, una de las más hermosas, si no la más, de las edificadas en Bizkaia en el siglo XX. Otros ejemplos los constituyen: la iglesia de San Martin de Tours en Algorta, la de San Prudencio en Matiena, la de San Francisco en Lurgorri (Gernika-Lumo), la de la Virgen de las Nieves y San Fausto de Basauri, y la del Espíritu Santo de Ibaeta (Donostia).
Entre las restauraciones de iglesias mencionaremos una, la de San Juan en Arrasate.
A personas fuertemente comprometidas con la cultura vasca, como Javier Ortega, debe Labayru Fundazioa su nacimiento y la labor desempeñada durante todos estos años.
Javier, de parte de la Fundación y de todos sus miembros hasta el día del encuentro definitivo.
El director de Labayru Fundazioa
2018-04-10